El agua se utiliza desde hace un siglo para producir electricidad. Hoy día, del orden de 1/5 de la electricidad mundial se produce a partir de energía hidráulica, pero las grandes centrales hidroeléctricas con presas de cemento y grandes pantanos tienen, en muchos casos, unos impactos negativos para el medio ambiente y requieren la inundación de zonas habitables. Con estaciones eléctricas más pequeñas o minicentrales, que son turbinas accionadas por una sección del agua corriente de un río, puede producirse electricidad de una
forma más acorde con el medio ambiente.
El requisito principal para la energía hidráulica es crear una cabecera artificial para que el agua, desviada por un canal de descarga o una tubería hasta la turbina se distribuya de nuevo al río. Las centrales hidráulicas pequeñas o minicentrales no recogen grandes cantidades de agua embalsada, que requiere la construcción de grandes presas y pantanos. Existen dos tipos de turbinas: turbinas por impulso (Pelton) donde la tobera lanza un chorro de agua hacia la rueda que invierte el sentido del chorro y logra aprovechar la fuerza del agua. Esta turbina es ideal para cabeceras grandes y descargas ‘pequeñas’. Las turbinas de reacción (especialmente los modelos Francis y Kaplan) funcionan llenas de agua y generan fuerzas de empuje hidrodinámicas que propelen las palas de la rueda. Estas turbinas son aconsejables para cabeceras y descargas de medianas a bajas
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