• combustión en lecho fluido: el carbón se quema en un reactor que consta de un lecho a través del cual se alimenta gas para mantener el combustible en un estado turbulento. De esta forma se mejora la combustión, la transferencia térmica y la recuperación de productos de desecho. Aumentando las presiones en un lecho, puede utilizarse un chorro de gas a alta presión para accionar una turbina de gas, generando electricidad. Con este método pueden reducirse de manera importante las emisiones de dióxido de azufre y óxido de nitrógeno,
• combustión presurizada de carbón pulverizado: desarrollada principalmente en Alemania, se basa en la combustión de una nube muy fina de partículas de carbón que crea vapor a alta presión y alta temperatura para la generación de electricidad. Los gases de combustión calientes se utilizan para generar electricidad de manera similar al sistema de ciclo combinado.
Otras potenciales tecnologías futuras implican el incremento en el uso de la gasificación del carbón, como la Gasificación Subterránea de Carbón, que convierte el carbón bruto del subuelo en un gas combustible que puede emplearse para calentamiento industrial, generación de energía o fabricación de hidrógeno, gas natural sintético u otros productos químicos. El gas puede procesarse para eliminar el CO2 antes de su transporte hasta los usuarios finales. Se están realizando proyectos de demostración en países como Australia, Europa, China y Japón.
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