¿Puede contribuir el almacenamiento del carbono a los objetivos de reducción del cambio climático? Para evitar un cambio climático peligroso debemos reducir las emisiones de CO2 en el mundo en un 50% para 2050. Las centrales térmicas que almacenan CO2 están aún en fase de desarrollo
y sólo serán realidad dentro de 15 años como muy pronto, lo que significa que no tendrán una contribución importante a la protección del clima
hasta el año 2020 y son por tanto irrelevantes para los objetivos del
Protocolo de Kioto.
Tampoco es de gran ayuda el almacenamiento de CO2 para lograr el objetivo de reducción de un 80% para 2050 en los países de la OCDE. Si esta tecnología consigue estar lista para 2020, la mayoría de las nuevas centrales térmicas estarán acabando de ser modernizadas. En último caso sólo serviría para modernizar centrales térmicas existentes y para la captura de CO2 del
gas que sale de las chimeneas. Dado que la modernización de las centrales existentes es muy costosa, se necesitarían unos precios altos de los derechos de emisión de CO2 para que resultara rentable.
El uso del secuestro del CO2 incrementa también el precio de la electricidad generada a partir de combustibles fósiles. Aunque los costes de almacenamiento dependen de un gran número de factores, como la tecnología empleada para la separación, el transporte y el tipo de instalación para su almacenamiento, los expertos del Panel Intergubernamental de la ONU sobre Cambio Climático vaticinan unos costes adicionales del orden de entre 3,5 y 5,0 cént ?/kWh de energía. Dado que las modernas turbinas eólicas situadas en emplazamientos de vientos adecuados ya pueden competir, en cuanto a costes, con las centrales de carbón de nueva construcción, los costes serán con toda probabilidad el problema más importante. Esto significa que la tecnología de secuestro y almacenamiento del CO2 hará aumentar a más del doble el coste de la electricidad actual.
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