El gas natural puede utilizarse para la generación de electricidad mediante el uso de turbinas de gas o turbinas de vapor. Para una cantidad equivalente de calor, el gas produce alrededor de un 45% menos de dióxido de carbono que el carbón, durante la combustión.
Las centrales con turbinas de gas emplean el calor procedente de los gases para operar la turbina directamente. Las turbinas alimentadas por gas natural pueden arrancar rápidamente, por lo que en muchos casos se utilizan para suministrar energía en periodos de demanda punta, aunque a unos costes mayores que las centrales de carga base.
Pueden lograrse eficiencias especialmente altas mediante la combinación de turbinas de gas con una turbina de vapor en modo de ciclo combinado. En una central de ciclo combinado con turbina de gas (CCGT) se genera electricidad con un generador con turbina de gas, y los gases de escape procedentes de la turbina de gas se utilizan para crear vapor para la generación adicional de electricidad. Las modernas estaciones CCGT pueden alcanzar una eficiencia de más del 50%. La mayoría de las nuevas centrales de gas construidas desde los años 90 son este tipo.
Al menos hasta el reciente aumento de los precios del gas en el mundo, las centrales CCGT han sido la opción más económica para la generación de electricidad en muchos países, con unos costes de capital mucho más bajos que los de las centrales de carbón y las nucleares y unos tiempos de construcción también menores.
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