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martes, 18 de junio de 2013
Practicar RSE, una forma de mostrar competitividad
Aunque quienes trabajan en la temática señalan que no existe un concepto único, coinciden en que la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es sinónimo de buenas prácticas en una empresa, una forma de retribuir económica, social y ambientalmente lo que se recibe de la comunidad.
Y en un entorno globalizado, va convirtiéndose en un indicador esencial de competitividad, respondiendo a la exigencia de los consumidores de un mayor compromiso empresarial con el desarrollo sostenible y equilibrado y el respeto a los derechos humanos de quienes componen la cadena de valor de un producto.
En el país, en el ámbito legal, el concepto ha ido evolucionando desde cuando la RSE significaba cumplir con derechos laborales como el derecho al seguro obligatorio de enfermedad, al salario mínimo, al descanso dominical o las vacaciones anuales, como figuraba en la Constitución Política del Estado (CPE) de 1938, hasta llegar a ser interpretada como solidaridad, uno de los valores sobre los que se asienta el Estado actual según la CPE aprobada en 2009.
El concepto evolucionó también a nivel empresarial, pues como señala el vicepresidente de RSE Bolivia, Martín Iturri, no implica solamente cumplir con la ley, sino que es ir más allá del cumplimiento de la norma y se entiende como una acción voluntaria de las empresas de retribuir a sus grupos de interés algo de lo que reciben de ellos.
Para la gerente de RSE del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Diana Sabillón, el concepto involucra lo social, ambiental y económico y es la forma en que la empresa “devuelve” a la sociedad lo que extrajo de ella para su funcionamiento o su producción.
Señala que el brazo de RSE del IBCE, que trabaja con el sector agroindustrial y forestal, tiene el enfoque del ganar-ganar, una relación en la que se busca el equilibrio entre las empresas y la sociedad o las empresas y el medio ambiente.
Para Iturri, hubo un notable avance en la práctica de la RSE por parte de las empresas privadas y hay algunas que ya publicitan sus programas y tienen alto impacto. Resalta que, al momento de diseñar sus políticas, las empresas deben tener claro que la RSE no significa hacer filantropía, sino que se trata de realizar acciones que tengan un impacto sostenible en el tiempo.
Sin embargo, en cuanto a la RSE como evidencia de competitividad, cree que el concepto no ha sido desarrollado en el país y que aún falta mucho por andar.
Pone como ejemplo el hecho de que en países europeos hay cadenas de supermercados que reservan sus mejores estantes para aquellos productos que provienen de empresas que desarrollan programas de RSE, algo que en el país aún parece lejos de suceder.
Sabillón opina lo contrario y afirma que la práctica de la RSE avanzó “bastante” en el país y se inició con las compañías petroleras extranjeras, quienes ya traían como referencia las buenas prácticas de sus casas matrices.
Considera que la banca y las empresas productivas son las que más se involucran en acciones de RSE.
Explica que el IBCE impulsa esas acciones en el sector productivo a través del “Triple sello”, una certificación elaborada con el apoyo del Instituto Boliviano de Normalización de Calidad (Ibnorca) que, luego de una auditoría, se aplica a un producto cuya cadena de valor está libre de discriminación, trabajo infantil y trabajo forzoso.
El “Triple sello” fue aprobado en 2009 y hasta la fecha no se ha certificado a ninguna empresa boliviana. Sabillón explica que eso se debe a que se trata de normas sumamente exigentes y a que se hace un seguimiento a las empresas, muchas de las cuales están en un proceso paulatino de adecuación. El seguimiento consiste en brindar asistencia técnica para implementar los programas de RSE.
Sabillón considera que practicar RSE hace más competitiva a una empresa, sobre todo porque existe una tendencia mundial al consumo responsable, lo que le permite a una empresa incluso acceder a más mercados y ayuda a su imagen.
Iturri señala que no existen estadísticas sobre la cantidad de empresas que ejecutan acciones de RSE, tampoco sobre el tipo de programas que desarrollan o el impacto que logran.
Un documento de 2008, elaborado por Eliana Pimentel de la consultora Labor & Asociados, denominado “Línea de base de empresas con RSE”, contabiliza y describe acciones de 25 empresas a nivel nacional y señala que las empresas de servicios y las “mega empresas” son las que más acciones de RSE realizan.
Entre sus conclusiones, el documento señala que “directa e indirectamente” las empresas incursionan en programas de RSE, pero “no la consideran como tal, pues en su concepción la Responsabilidad Social Empresarial es considerada como un aporte directo de la empresa a la comunidad donde asientan sus operaciones, por lo tanto (es) una inversión de fondos capitales que no son retribuidos financieramente a la empresa”.
David Infante, de RSE Bolivia, señala que actualmente son más las empresas que establecen programas de RSE e invierten en capacitar recursos humanos sobre el tema, aunque sus acciones son de bajo impacto, por lo que considera que “de la teoría a la práctica hay un largo caminar”.
Sin embargo, señala que la corriente que asumía a la RSE como una nueva forma de hacer negocios se ha asentado y desarrollado, instalándose en muchos casos en la cadena de valor de las empresas e incorporándose como un modelo de gestión.
REPSOL: LA COMUNIDAD PROPONE
La petrolera española Repsol, que opera en el país, trabaja bajo el concepto de Responsabilidad Corporativa, que se entiende como algo integral, señala el gerente de Comunicación y Relaciones Externas de Repsol Bolivia, Mauricio Mariaca.
Explica que lo que se busca es identificar las expectativas de los diferentes grupos de interés y darles respuesta en la medida de lo posible.
Detalla que, a nivel corporativo, la empresa asumió compromisos específicos como su Política de Relaciones con Comunidades. En el caso específico de Cochabamba, sus operaciones se desarrollan en el municipio de Entre Ríos, con el cual desde hace varios años trabajan con convenios anuales en a través de los cuales la compañía compromete un aporte y las acciones, propuestas por la comunidad, se incorporan en el Plan Anual Operativo, con lo que se añade una contraparte del municipio.
En 2012, el aporte de Repsol Bolivia fue de 620 mil bolivianos y este año será de 700.000, señala Mariaca. En los últimos años, estos acuerdos se han traducido en proyectos como la construcción de aulas y viviendas para maestros, canchas polifuncionales, centros de salud, dotación de sistemas de agua, construcción de puentes y mejoramiento de caminos, el apoyo a proyectos productivos como el de una empacadora de piña y el de piscicultura, y programas de capacitación, beneficiando a pobladores de una veintena de comunidades en los distritos de Izarzama y Manco Kapac.
En uno de sus más recientes programas, Repsol Bolivia apoyó la capacitación de 60 mujeres en corte y confección básica.
Algunas proyectan la creación de una asociación y un taller para ofrecer productos al por mayor.
Ellas asistieron a clases durante tres meses, cuatro horas al día. Está prevista una segunda etapa de formación que les permitirá hacer prendas más elaboradas.
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